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Secretos de las mamás solteras

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El amor mío

No sé cómo escribirte poesía, si la llevas tatuada en el alma. No sé cómo hacerte feliz, si la felicidad la traes tú. No sé cómo iluminar por dónde caminas, porque tú iluminas mi camino. No sé cómo llenarte de emociones, si tú eres quien las inspira todas. No sé cómo llevarte al cielo, si tú eres el mío. No sé dónde está el sol, si tú lo llevas en los ojos. No sé cómo adorarte, si tú corazón es todo lo que tiene adoración. Ahora que he soltado el cigarrillo, no sé que hacer con mis manos si solo quieren estar en las tuyas. No sé si pueda sembrarte un mundo nuevo, si tú eres todo el mundo que quiero conocer. No sé cómo hacerte mejor, si tú ya eres perfecto. No sé quizás si alguna vez de verdad pude amar, si tú eres todo el amor mío.

En el parque

Preparó el café y salió de casa como cuando se tiene afán, aunque no lo tenía.  Sabía que llegaría antes y que debería esperar sentado viendo pasar la gente, viendo pasar el tiempo. A pesar del café, su boca tenía un gusto a vino, a buen vino seco de esos que dejan la lengua queriendo más, casi como si el vino la besara y ella solo quisiera más. Salía el sol, el parque aún estaba húmedo del rocío de la madrugada y esperaba atentamente mientras pasaban los pasos de los desconocidos, miraba sus pasos porque no quería levantar la cabeza, quería que fuera una sorpresa aun cuando tuviera que fingir que era una sorpresa. Revisó la hora, aún faltaba tiempo.  Llegaron los pájaros a sus pies, ellos ya le conocían y sabían que siempre traía alguna galleta vieja para desmoronar mientras esperaban juntos. Aunque desmoronaba las galletas con nervios, los pájaros comían con alegría de la mano de su amigo que desde hacía algunas semanas se sentaba allí. Bastó con sentarse una sola vez para que

Dame la derrota

- Déjalo Eso fue lo único que atiné a decirle, de las cosas menos inteligentes que le he dicho. De las cosas más estúpidas que he podido decir. No era un consejo, era mi deseo. Yo quería dejar de tener la mitad de la naranja para tenerla completa, ella completa. Quería dejar de vivir la ilusión de un “Podría ser” para tener un “Felices para siempre” como si de verdad existieran los cuentos de hadas, como si yo creyera en ellos, como si pensara que en algún lugar al final del cuento realmente se encuentra la felicidad eterna que le prometen a las niñas al dormir. No entendía cómo ella siendo tan perfecta para mi, lograba estar con alguien más si yo era para ella, si siempre fui para ella aunque antes no la encontraba y vine a hacerlo cuando ya alguien más ocupaba mi lugar. - Olvídame Eso me respondió. Ella pretendía que yo sencillamente quitara los recuerdos de la cabeza y de eso que llaman corazón, fácil. Olvidarla era olvidar muchas horas de mi vida que, en ese caso, hubieran sido des

Tengo más aspiraciones.

Voy a escribir en serio.  Siempre escribo en serio, pero esta vez voy a escribir en serio, de veritas, de un apartado de mi vida que me hizo reflexionar aún más sobre uno de los temas más controversionales con mis contemporáneos. Tal vez no les interesa, pero contraeré nupcias en un tiempo. No ahondaré mucho en ese tema porque todos tenemos variadas opiniones con respecto al compromiso, al matrimonio, al amarrarse y al "Felices para siempre" pero necesitan saber esto para entender el interrogante. Resulta que le conté esto a "Un(a) personaje" que conozco desde hace muy poco. Al haber expuesto mis planes, alguien secundó "Uy, nos estamos quedando atrás", a lo que el(la) personaje terció "No, yo tengo más y mejores aspiraciones en la vida"... Ok, es respetable pero ahí es que surge mi duda: ¿Por qué casarse es un freno en la vida y las experiencias de la misma?. Lo admito, hace un tiempo atrás yo creía que no me iba a casar jamás de los jamases (pr

Las dos versiones

Todos sabemos que en una historia con dos personajes, siempre hay dos versiones. Dos versiones de amores, de chismes, de estrelladas y hasta de historias en el bus: La suya, por supuesto, porque usted no estaba atravesado, el man ese lo empujó cuando usted cordialmente entraba con diplomacía al bus; y la del man ese, que dice que usted estaba atravesado y no lo dejaba pasar. Pero no solo en hechos hay dos versiones, también hay dos versiones de una misma personas. A ver me explico con el ejemplo usual: algunos hombres (también hay mujeres con dos versiones, pero los hombres dan más papaya y por eso los pongo de ejemplo), que tienen versión original y versión beta. La primera el hombre la usa con sus amigotes, primotes y amigas, es el típico coqueto-montador-eructador que hace reír a todos; la segunda, en cambio, la usa solo con una o dos mujeres: la novia y la mamá, en ese orden respectivo. Esta versión beta tiene la cualidad de ser caballero-ensueño-complaciente que no sería capaz de

Los Marranitos.

Los hombres siempre dicen lo mismo: según ellos, las mujeres los "marraneamos" (dícese del verbo en que el hombre paga todo y la mujer jamás paga algo)... Yo tengo una teoría al respecto, y es que si los hombres se sienten así, es porque ellos mismos lo permiten. Es decir, si se lo marranean, es su culpa no de la chica con la que sale. ¿Por qué? Simple, porque usted individuo masculino con ansías de acostarse con ella, permite que la invidividua femenina lo vea como una billetera con ojos, como un cajero con labios. La cuestión no está en portarse como un patán, sino en saberlas escoger. Yo conozco a varias de esta especie que dice "A mi que me invierta si quiere salir conmigo", y la verdad es que no las recomiendo pero si usted la elige, es problema suyo. La culpa la lleva usted por elegirla y por no ponerle los puntos a la íes. La primera vez que usted sale con ella, usted paga todo porque es la tradición, pero dejeme decirle que hay viejas que siempre pagan