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BELLACA LIBERTAD

Yo soy un simple servidor de mi patria, ejecuto en las montañas, lejos de toda la podrida civilización. Pero esta no es mi historia, es la historia de mi Comandante, un revolucionario al que se le perdió el rumbo… y por una mujer.

Llegó ella un día, con la cara tapada como es costumbre entre nosotros, llegó por propia voluntad la Rosa Rebelde, creo que sabía lo que buscaba, los que no sabíamos éramos nosotros y cuando se enlistó sólo la llamábamos Libertad, a petición mi Comandante. Nunca supimos su verdadero nombre, ni siquiera yo, que era la mano derecha mi Comandante, el único que lo sabía era él.

Y Libertad llega con ideas absolutamente grandiosas para mi Comandante… “hagamos esto” “lleguemos hasta allá” “llevemos esto hasta el final”. Hay 5 mujeres más entre todos nosotros que somos, sólo en ese grupo, como 80 y Libertad se convirtió en la líder de ellas, empezó a administrar los recursos mejor que cualquiera, y por todo eso terminó por enredar a mi Comandante porque además de revolucionaria era hermosa, o eso decía mi Comandante desde que ella llegó.

Así empezó la historia, a pesar de que sus explosivas mentes estallaban a cada rato, todas sus disputas siempre tenían el mismo final, terminaban revolcándose en el cambuche de mi Comandante. Ella era la única capaz de enfrentársele… total lo amansaría después bajo las sabanas.
Ahora las ordenes las daba ella, cada vez que se hacía alguna petición la respuesta de mi Comandante era la misma: “pregúntele a Libertad mijo que yo no tengo cabeza”, se volvió ella la cabeza de mi Comandante, y la miraba él como si la guerra fuera a acabar en sus ojos, y su sonrisa fuera la mejor de las armas.

Acabado, así andaba mi pobre Comandante “esa mujer me tiene loco mijo, esa mujer me tiene desarmado y eso que las mejores armas las tengo yo” y yo sólo me preguntaba a dónde carajos iba a terminar esta revolución si su cabecilla tenía el corazón metido en ella, sólo rogábamos todos que el corazón de Libertad de verdad estuviera en el lado Izquierdo.

Llegamos al punto en que en un enfrentamiento fue ella la que tuvo que tomar las armas de mi Comandante porque él estaba embelesado en su cuerpo, cuando nos dimos cuenta lo habían atacado pero sin triunfo porque seguía vivo, lleno de sangre, pero todavía lo teníamos con nosotros, por lo menos físicamente. Y tendido estuvo dos meses mi Comandante, dejándola a ella a cargo. En esos meses funcionámos bien, para que digo que no, pero nos hacía falta el Comandante, ese que nos reunió cuando todos éramos unos niños para aclararnos la mente, para llevarnos a las montañas cuando ni siquiera éramos mayores de edad, para darnos armas que no eran de plástico, para tomarnos el pueblo por alma.

Mi Comandante no lo sospechaba porque se alejó tanto del movimiento que ni se daba cuenta que la carta que enviaba el gobierno era una trampa, pero Libertad nada tenía que ver con eso, sólo lo citaron para entablar diálogos, dos años antes mi Comandante hubiera quemado la carta y hubiéramos asado carne con ella, pero lo único que me dijo fue “mijo respóndales que cuándo y dónde”, en esas entro Libertad gritándole como si él fuera un Don Nadie

- ¿Se te tostó la cabeza cuando te dispararon? ¡¡¡¿Crees que te dejaré meterte en la boca del lobo?!!!

- Libertad necesito ir, ¡estoy cansado de esto!

- Qué cansado ni qué hijueputas, usted se queda acá, nada tiene que ir a hablar con esos, ¡¡¡no ve que son ellos los que no nos dejan progresar!!!

- Ay mi dulce Libertad… ¡¿Quien te has creído para venir a gritarme?! ¡¿Porque te revuelcas conmigo todas las noche crees que puedes mandarme a mí?! ¡Al Comandante!

- ¡Fuera de aquí! ¡Largo! ¡Esto lo arreglo yo a solas con él!- nos gritó a nosotros y todos nos quedamos mirando al desarmado Comandante

- Sí muchachos, esto lo arreglamos nosotros, bellaca Libertad, ¡¿piensas que no sé lo que hago?!

- ¡Qué se larguen! – nos dijo ella de nuevo disparando al techo del cambuche, y sí nos fuimos pero no tuvimos que estar ahí para escuchar semejante discusión:

- Podrá ser usted muy Comandante pero ya ni está pensando, se nos metieron aquí y usted ni lo presintió. ¡No atacó, lo atacaron! Y ahora se queda acá, ¡nada de ir a hablar con los de cuello blanco!

- ¡Pues sí voy, yo veré que hago, está es mi revolución Libertad!!

- ¡¡¡Yo he dado mucho por esto y no voy a perderlo ahora!!!

- ¿Acaso te preocupa que me pase algo?

- ¡¡Qué me va a preocupar eso!! ¡¡Me preocupa que se deje convencer de esos y que esto se nos vaya para la mierda!!
Creo que esa respuesta era lo que menos esperaba mi Comandante, ahora enamorado.

- ¡ Las güevas Libertad! Me voy, y si ha de acabarse esto… ¡¡¡pues que se acabe!!!

- Eso no es lo que yo busco, ahora aparte de todo me resultó vendido el Comandante… ¡me voy con mi revolución para otra parte!

Y salió disparada para el cambuche de las mujeres, con los ojos encendidos, y detrás de ella salió mi Comandante

- ¡¡¡¡¡¡Pero abre bien las piernas porque es ahí donde la tienes!!!!!!

- ¡¡¡¡Eso cree usted!!!! – respondió Libertad ofendida… y jamás la volvimos a ver.

Mi Comandante no fue a la reunión, sabía que Libertad dónde quisiera que estuviera tenía razón. Y no lo recuperamos, actuaba con rabia, los ataques siguientes a esa carta fueron peores… pero para el corazón herido de mi Comandante.

10 meses después de este episodio el comandante salió solo, como no acostumbraba hacerlo, y se fue. Dos días después fue encontrado el cuerpo de mi Comandante en las afueras de la Capital, todos decían que había resuelto ir él solo a la reunión que tanto aplazó, y yo creo que sí se fue a esa reunión, pero no con el Gobierno sino a encontrarse con su fatídica Libertad, y ella pudo tener dos razones para matarlo: lo amaba demasiado o lo odiaba con todas las fuerzas de su rojo ser… o tal vez lo mató por las dos razones. El hecho fue que la revolución se quedó sin su Comandante y él sin su Libertad, pues estoy seguro que fue muerto a manos de ella, bellaca Libertad.

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Brilha

Y la miraba callado como si algún día fuera a entender que el cuerpo de mujer que me envolvía no era realmente para mí. Enamorado así estaba yo, desde el día que la vi, desde que me miró y sentí el olor barato de algún frasco de plástico, porque para vidrio nunca le alcanzaba. En la oscuridad, así no mas estaba ella casi desnuda contoneándose y no para mí. En medio de luces de colores que no dejaban de admirarla, sí, tenía luz propia, pero nunca lo supo, sólo sabía que los ojos que la miraban en ese momento lo hacían ebrios pero deseosos. Curioso. Ese era el mundo de Brilha, “es portugués” me decía orgullosa, “significa brilla” Su verdadero nombre Soledad. Su profesión, Prostituta. Su origen, algún barrio de esos en los que la esperanza es lo primero que se pierde. Su mundo giraba en torno a sonrisas y besos vendidos, se veía su hermosa cara en medio de esas mujeres ofreciendo menos que amor por algo de dinero, estaba ella ahí entre vestiditos de lentejuelas y ropas íntimas bri