Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando las entradas de marzo, 2008

Lo que me queda

La ciudad quedará un poco vacía. Me quedaré mirando como pasan los aviones en el cielo, Y esperaré que la luna sea quien me ayude a conciliar el sueño O tal vez también renuncie a dormir, como bien sabes, no es difícil. Pasaré por alto el recuerdo de tenerte, pero marcaré tu sonrisa en mis letras. Y el brillo de tus ojos lo buscaré en lo que brille en el piso. No dejaré que la melancolía carcoma mi alma, prefiero caer profundamente dormida, esperando verte entrar por la puerta del sol. No creo recordar tu olor… pero sé que lo buscaré entre la gente. Poco probable sería pedir un nuevo masaje. Tal vez pueda solicitarlo a la distancia que me agobia. También me quedaré con alguna esperanza insulsa de tenerte otra vez a mi lado. Me abrazaré bien fuerte a la almohada para no sentir tu ausencia. Y nunca más pisaré los pasos ya andados. No habrá forma alguna de retenerte en mi mente, pero bien podría secuestrarte cuando la soledad no quiera acompañarme en esta tris

MALDITAS HOJAS EN BLANCO

Seducen mis ojos y hacen vibrar mi mano. Me deja estupefacta la limpieza de esa hoja en blanco, pero no me tiene tranquila al verla ahí, esperando mis letras, esperando una nueva historia, esperando un nuevo sentimiento. Finalmente para eso escribo, genero mil sentimientos a la vez en mi interior y palpita mi corazón y rebotan las ideas inquietas y mi alma se llena completa de sentimientos encontrados y emocionada empiezo a escribir   MALDITAS HOJAS EN BLANCO   Hermoso sentimiento, impulso casi sexual.

Un Mundo

¡Uno!  ¡ Dos!  ¡ Tres! Empieza a darme vueltas absurdas la cabeza. Las palabras entran pero no son descifradas. Un enredo, una maraña de pensamientos atorados en mi garganta no me permiten modular y todo sigue dando vueltas a mí alrededor atándome a un mundo confuso del que siempre he querido escapar, no tengo manera de hacerlo y yo misma me amarro a un absurdo teatro de mascaras, de sentimientos sin fondo y latidos vacíos. ¡ Uno!  ¡ Dos!  ¡ Tres!  ¡ Alto! Respiro, cierro los ojos y escapo lentamente a la realidad en la que cada persona vive, millones de sub-mundos… en un mundo. Sencillo.

El Disfraz

No me es permitido mirarte. La ropa que uso, las pesadas botas, los adornos en mi cuerpo impiden ante los ojos de mi gente, mirar tus perfectas curvas, tu cabello, tu sonrisa gloriosa, tu carita bonita. Si ellos supieran que cuando me cruzo en tu camino el corazón se me acelera y las manos me sudan, no me perdonarían jamás tan alta traición. Yo tanto que presumo de mis oscuros ideales cómo podría fijarme en una muñequita de última colección, cómo podría fijarme en una mujer que reúne todo cuanto rechazo. Me miras de lejos y sonríes y yo entre las sombras de mi vida recurro a mirar mis duras botas, mi oscuro gabán. Como quisiera llevarte a mi guarida, desnudarte completa, acariciar la piel porcelánica y descubrirte más hermosa. Quisiera poder descubrir la verdadera mujer que esconde tu apariencia y yo quitarme todo esto, y los dos sin vestimenta ser uno, sin ser juzgados ni señalados, ser simplemente nosotros, sin gabanes, sin maquillajes, sin disfraces.

Excusas

No pude aguantar la risa, verlo ahí tan asustado… Y tan fuerte que siempre se había mostrado. En el momento menos indicado se volvió un manojo de nervios, temblaba su cuerpo apenas. Y yo acalorada, a medio vestir, tumbada en la cama mirándolo como si fuera gracioso, sí lo era, aunque también resultó ser frustrante, tanto esperar a la soledad de la intimidad para que lo invada el miedo escénico, pero no entendí por qué. Me le acerqué por la espalda, le rocé la nuca suavecito con mis labios y respiró profundo, lo abrace aún sentada tras él y me tomo las manos, yo estaba emocionada nuevamente, le besaba el cuello pero él sólo se retiraba hasta que se levantó bruscamente. Ahí ya no supe qué hacer, estaba desconcertada completamente, no entendía lo que sucedía… no entendí qué pasó, así que opté por el ritual sagrado de la partida, comencé a vestirme, despacio por si me detenía… pero sólo me miraba, no hacía mas sino mirarme, así que decidí dejar de ponerme el pantalón, lo dejé justo a la al