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Mostrando las entradas de 2008

Nuevo Mensaje

No era una fresca mañana de abril, ni mucho menos. Además en esta ciudad no existen las frescas mañanas de abril, lo que existe es la frase de mamá “póngase algo fresco, eso si no deje la sombrilla ni la chaqueta porque no se sabe si llueva o sólo haga frío”. El hecho es que era una mañana, sin frío y sin sol, sin gloria ni pena, la que llegaba para avisarme que era de día y que una vez más, el insomnio hacia parte de mi historia del día inmediatamente anterior. No me quejo, él y yo ya hicimos un pacto de amores, así que cuando le soy infiel con el sueño, él me perdona. Me levantaba yo, con la mente fija en una sola cosa: Mi tinto de la mañana. No hay nada mejor para mí que el exquisito sabor del café mañanero, el primero, el único, el que se compara con el primer orgasmo. Ese, ese tinto. Y bueno, cosas más, cosas menos, llegué a mi destino, esa mañana, donde me lo encontré sentadito en el pasto, esperándome y hasta pensándome. Lo miré como si nada, aunque él esperaba respues

Sólo una pesadilla

Como si no fuera suficiente ya, me sumerjo en esas noches donde la pasión es lo único que me queda luego de tanto polvo en la nariz, no hay nada más triste que adjudicarme a vicios inertes y cuerpos etéreos que me llevan lejos de lo que realmente quiero. Respirar cosas blancas se hace un estado innato en mí, no he logrado salir del circulo de estrellas, de cada noche derrocharme en placeres, entregarme eterna y completa como si la eternidad fuera una virtud en mí, si supieran aquellos que cada vez que amanece sólo quisiera despedirme nuevamente y tenderme a tocar la mano de los ángeles en rojo, que me traen más y más perdición. Bienvenidos al fabuloso mundo de las noches de Rock n’ Roll, donde lo que queda de cerebro se utiliza sólo para escuchar las notas efímeras y resonantes en los oídos, que apenas y pueden pasar corrientazos por las neuronas. Se hace exquisito el olor a tabaco y ganjah , todo evoluciona, las luces de colores, las pocas que quedan, se tornan diferentes y parpad

Prefiero La Mentira

Yo quería que me dijera todas las estupideces que a las mujeres nos agrada escuchar, aunque no me gusta escucharlas de otra persona, quería escucharlas de él. Pero él sólo atinaba a mirarme y a dejarme con la ilusión por el piso. Por dentro esperaba que me dijera que me quería sólo a mí, que no podría vivir sin mí y que soy yo la única que lo hacía sonreír. Esperaba inútilmente una promesa de amor eterno, una frase de esas que haría sonrojar al mismo Neruda, pero no, él nunca lo diría. Maldita la hora en que se me salió, en pleno silencio post-sexual, un imponente “Te quiero”. Se quedó mirándome con cara de sorpresa y yo mirándolo con cara de bestia (¿qué otra cara podría tener luego de semejante bestialidad?). Ahí se vino el silencio incomodo, ese del que todo el mundo se queja, ese que hace sonrojar a cualquiera, ese del que ni el mas hablador se salva. -¿Por qué quieres que te mienta?- Me preguntó finalmente, aunque con esa pregunta, prefería el silencio. - No sé, a veces es bueno h

La Teoría Física

Me pidió un cigarrillo y empezó a escupir todas las babosadas que dicen los hombres cuando en su pequeña imaginación pretenden cortejar al sexo opuesto. No era nada feo. Palabras más, palabras menos. Balbuceos de más, escupitajos menos, daba igual, seguían siendo babosadas. Te veo mal querido, te veo mal. No sabes yo que quiero, un porro caería bien para ver si de esa forma entiendo lo que tu pobre cabeza no ha podido organizar. Los nervios lo traicionaban. No sé cómo, pero resulte dándole mi teléfono, tal vez un escupitajo alcanzo a caerme. Esa noche mi celular sonó y resulte en un buen bar, con gente bien y él sentado frente a mí. No creía poder tolerarlo y menos besarlo en algún momento. La música estaba bien, las canciones de Pistolas y Rosas me llenaban los oídos, llegaba al lado oscuro de la luna y luego me encontraba con la dulce Jane. Ahora lo entendía, para él yo no era más que una niña diferente a la que podía cortejar, no más maquillajes ni rubios cabellos, ahí estaba yo con

QUÉ BUENA NOCHE

Estaba sentada ahí en el marco de tu puerta como una idiota echando humo y viendo como la tristeza expiraba de mi piel. No entendía qué quería escuchar, ni si quería escuchar lo que tuvieras que decir. Todo era surreal, la noche parecía sacada de algún cuadro de Dhali. Una estúpida sensación de ausencia me carcomía el alma como si yo tuviera la culpa de lo sucedido. Sí, la tuve, la curiosidad me llevó a hacer cosas que un día antes me hubieran parecido realmente inverosímiles. Descubriendo secretos y verdades inventadas, y las mentiras que te creí retumbaban en mi cabeza. Nada era lo de antes, tú eras distinto y yo me la pasaba encerrada en una jaula de ladrillitos. Por eso no era igual, la señorita andariega que andaragiaba contigo ahora tenía por andaragiar las escaleras de un castillito urbano, y tu querías andaragiar sin tu compañera de lucha, veías a más compañeras efímeras a tu alcance, era más fácil hacer eso que venir al castillito. El recuerdo latente de una relación especial

Lo que me queda

La ciudad quedará un poco vacía. Me quedaré mirando como pasan los aviones en el cielo, Y esperaré que la luna sea quien me ayude a conciliar el sueño O tal vez también renuncie a dormir, como bien sabes, no es difícil. Pasaré por alto el recuerdo de tenerte, pero marcaré tu sonrisa en mis letras. Y el brillo de tus ojos lo buscaré en lo que brille en el piso. No dejaré que la melancolía carcoma mi alma, prefiero caer profundamente dormida, esperando verte entrar por la puerta del sol. No creo recordar tu olor… pero sé que lo buscaré entre la gente. Poco probable sería pedir un nuevo masaje. Tal vez pueda solicitarlo a la distancia que me agobia. También me quedaré con alguna esperanza insulsa de tenerte otra vez a mi lado. Me abrazaré bien fuerte a la almohada para no sentir tu ausencia. Y nunca más pisaré los pasos ya andados. No habrá forma alguna de retenerte en mi mente, pero bien podría secuestrarte cuando la soledad no quiera acompañarme en esta tris

MALDITAS HOJAS EN BLANCO

Seducen mis ojos y hacen vibrar mi mano. Me deja estupefacta la limpieza de esa hoja en blanco, pero no me tiene tranquila al verla ahí, esperando mis letras, esperando una nueva historia, esperando un nuevo sentimiento. Finalmente para eso escribo, genero mil sentimientos a la vez en mi interior y palpita mi corazón y rebotan las ideas inquietas y mi alma se llena completa de sentimientos encontrados y emocionada empiezo a escribir   MALDITAS HOJAS EN BLANCO   Hermoso sentimiento, impulso casi sexual.

Un Mundo

¡Uno!  ¡ Dos!  ¡ Tres! Empieza a darme vueltas absurdas la cabeza. Las palabras entran pero no son descifradas. Un enredo, una maraña de pensamientos atorados en mi garganta no me permiten modular y todo sigue dando vueltas a mí alrededor atándome a un mundo confuso del que siempre he querido escapar, no tengo manera de hacerlo y yo misma me amarro a un absurdo teatro de mascaras, de sentimientos sin fondo y latidos vacíos. ¡ Uno!  ¡ Dos!  ¡ Tres!  ¡ Alto! Respiro, cierro los ojos y escapo lentamente a la realidad en la que cada persona vive, millones de sub-mundos… en un mundo. Sencillo.

El Disfraz

No me es permitido mirarte. La ropa que uso, las pesadas botas, los adornos en mi cuerpo impiden ante los ojos de mi gente, mirar tus perfectas curvas, tu cabello, tu sonrisa gloriosa, tu carita bonita. Si ellos supieran que cuando me cruzo en tu camino el corazón se me acelera y las manos me sudan, no me perdonarían jamás tan alta traición. Yo tanto que presumo de mis oscuros ideales cómo podría fijarme en una muñequita de última colección, cómo podría fijarme en una mujer que reúne todo cuanto rechazo. Me miras de lejos y sonríes y yo entre las sombras de mi vida recurro a mirar mis duras botas, mi oscuro gabán. Como quisiera llevarte a mi guarida, desnudarte completa, acariciar la piel porcelánica y descubrirte más hermosa. Quisiera poder descubrir la verdadera mujer que esconde tu apariencia y yo quitarme todo esto, y los dos sin vestimenta ser uno, sin ser juzgados ni señalados, ser simplemente nosotros, sin gabanes, sin maquillajes, sin disfraces.

Excusas

No pude aguantar la risa, verlo ahí tan asustado… Y tan fuerte que siempre se había mostrado. En el momento menos indicado se volvió un manojo de nervios, temblaba su cuerpo apenas. Y yo acalorada, a medio vestir, tumbada en la cama mirándolo como si fuera gracioso, sí lo era, aunque también resultó ser frustrante, tanto esperar a la soledad de la intimidad para que lo invada el miedo escénico, pero no entendí por qué. Me le acerqué por la espalda, le rocé la nuca suavecito con mis labios y respiró profundo, lo abrace aún sentada tras él y me tomo las manos, yo estaba emocionada nuevamente, le besaba el cuello pero él sólo se retiraba hasta que se levantó bruscamente. Ahí ya no supe qué hacer, estaba desconcertada completamente, no entendía lo que sucedía… no entendí qué pasó, así que opté por el ritual sagrado de la partida, comencé a vestirme, despacio por si me detenía… pero sólo me miraba, no hacía mas sino mirarme, así que decidí dejar de ponerme el pantalón, lo dejé justo a la al

Mañana todo será igual que ayer.

Una vez más el sol radiante y la brisa de febrero hace que los ojos brillen buscando una respuesta, esperando ser parte de algo, esperando unirse a una patria que sigue siendo boba. Los niños orgullosos agitan sus banderitas, los mayores se ponen sus camisetas compradas en este gran negocio de guerra, la masa blanca recorre las calles esperando ser escuchados… pero sin sentido. Se esmeran todos en parecer patriotas, en unirse a una sola voz… pero nadie se da cuenta que detrás de todo esto se esconde un velo de guerra, de manipulación… es hermoso como se une un país, pero lamentablemente todos se unen en torno a una base de mentiras, de cubrirnos los ojos, de no dejarnos ver la verdad… Nadie tiene la verdad en sus manos, nadie tiene la solución, nadie sabe lo que realmente pasa por el corazón de aquellos que esperan ver nuevamente a sus seres queridos. Nadie es realmente consiente que esta siendo parte de un gran circo. Pero todos hacemos parte de este. Seguimos el juego de los act