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¿Y entonces?

 ¿Y entonces qué se hace con todo lo que se tiene en la cabeza?
¿Qué se hace cuando se fabrican ilusiones sin  un suelo en dónde sembrarlas?
¿Qué se hace cuando se piensa sin tener en qué pensar?
¿Qué se hace, cuando sola, no tengo nadie en quien más que pensar?
¿Qué se hace cuando te veo y esa sonrisa que ilumina el día no es para mi?
¿Qué se hace cuando quiero pero no se quiere?
¿Qué se hace con los sueños de mentiras y las verdades que no son reales?
¿Qué se hace cuando quiero que me sueñes pero jamás estaré presente?

Y él me respondió: Nada… Nada puedes hacer.

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Brilha

Y la miraba callado como si algún día fuera a entender que el cuerpo de mujer que me envolvía no era realmente para mí. Enamorado así estaba yo, desde el día que la vi, desde que me miró y sentí el olor barato de algún frasco de plástico, porque para vidrio nunca le alcanzaba. En la oscuridad, así no mas estaba ella casi desnuda contoneándose y no para mí. En medio de luces de colores que no dejaban de admirarla, sí, tenía luz propia, pero nunca lo supo, sólo sabía que los ojos que la miraban en ese momento lo hacían ebrios pero deseosos. Curioso. Ese era el mundo de Brilha, “es portugués” me decía orgullosa, “significa brilla” Su verdadero nombre Soledad. Su profesión, Prostituta. Su origen, algún barrio de esos en los que la esperanza es lo primero que se pierde. Su mundo giraba en torno a sonrisas y besos vendidos, se veía su hermosa cara en medio de esas mujeres ofreciendo menos que amor por algo de dinero, estaba ella ahí entre vestiditos de lentejuelas y ropas íntimas bri