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Pelo Carmín.

Con una especie de suspiro y un recuerdo sonando en el fondo, me toma las manos y atina a sonreír.
Esa sonrisa llena de pecado, con los labios pálidos y el pelo carmín.
Como si pudiera esconderse tras todo el rastro de soledad de sus ojos, levanta la mirada desafiante.
No la culpo.
Ella sabe que seré parte de su pasado y yo creeré en mi soñador futuro, envolviéndome en soñadores besos que no podré tener.
Suena la batería y despierto.
Solo hay una silla vacía frente a mí.
Yo juraba que no podía soñar despierto oliendo el pelo carmín.


(Basado en Andrés Spinova)

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Brilha

Y la miraba callado como si algún día fuera a entender que el cuerpo de mujer que me envolvía no era realmente para mí. Enamorado así estaba yo, desde el día que la vi, desde que me miró y sentí el olor barato de algún frasco de plástico, porque para vidrio nunca le alcanzaba. En la oscuridad, así no mas estaba ella casi desnuda contoneándose y no para mí. En medio de luces de colores que no dejaban de admirarla, sí, tenía luz propia, pero nunca lo supo, sólo sabía que los ojos que la miraban en ese momento lo hacían ebrios pero deseosos. Curioso. Ese era el mundo de Brilha, “es portugués” me decía orgullosa, “significa brilla” Su verdadero nombre Soledad. Su profesión, Prostituta. Su origen, algún barrio de esos en los que la esperanza es lo primero que se pierde. Su mundo giraba en torno a sonrisas y besos vendidos, se veía su hermosa cara en medio de esas mujeres ofreciendo menos que amor por algo de dinero, estaba ella ahí entre vestiditos de lentejuelas y ropas íntimas bri