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Liberado en el cuento

El temor más grande no era hacia ella, era hacia mis locos impulsos, no resistía la tentación de tenerla tan cerca y yo cada vez la alejaba más. Eran tantas las veces que la tuve tan cerca y yo inmóvil, con ganas de hablarle pero son ímpetu alguno. Era difícil la situación sabiendo que el entorno no ayudaba a lo que sentíamos.

¿Sería un capricho de una señorita de letras? Repetidas veces su respuesta era no, repetidas veces sólo atinaba a decirme que no confiaba en ella misma cuando me tenía cerca. Siempre en las noches frías de mi hermosa ciudad añoraba la presencia solitaria de la damita andante que recorría conmigo las calles sin protesta alguna, así que decidí frenarlo todo, frenar esos impulsos, más los de ella que los míos.

Cuando pensaba que tenía todo bajo control ella se metía con fuerza en mi alma, no permitía esa distancia, yo luchaba por alejarla y ella por acercarme, era una guerra estúpida como todas las de este mundo. En un momento me encontré envuelto en uno de sus cuentos, era el personaje principal de una fábula colorida donde me tenía encerrado en su olvidado corazón…

No fue fácil salir de ahí, de hecho aún me pregunto si la señorita de letras le puso fin a esa historia liberándome a los demonios que se cruzan por mi camino, inventados también por ella.

Aún me pregunto si alguna vez quise ser liberado.

Comentarios

DavidGraph dijo…
Visionaria visión de espejo?, puede ser y si es el caso Borges revolcaría en su tumba por razones obvias, auto comprensión?, tal vez y no distaría mucho de lo que en realidad describo en tus palabras, mensaje codificado con madrazo inequívoco?, apostaría y seguramente perdería, claro está no dejaría de hacerlo por eso, ninguna de las anteriores?, seguramente y al final estaría bien equivocarme al leerte por demás el hacer publico lo privado es un poco más como saber si fumas en la cama o si tomas el vodka con hielo, rituales de interior, feel.
MarFa dijo…
Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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Brilha

Y la miraba callado como si algún día fuera a entender que el cuerpo de mujer que me envolvía no era realmente para mí. Enamorado así estaba yo, desde el día que la vi, desde que me miró y sentí el olor barato de algún frasco de plástico, porque para vidrio nunca le alcanzaba. En la oscuridad, así no mas estaba ella casi desnuda contoneándose y no para mí. En medio de luces de colores que no dejaban de admirarla, sí, tenía luz propia, pero nunca lo supo, sólo sabía que los ojos que la miraban en ese momento lo hacían ebrios pero deseosos. Curioso. Ese era el mundo de Brilha, “es portugués” me decía orgullosa, “significa brilla” Su verdadero nombre Soledad. Su profesión, Prostituta. Su origen, algún barrio de esos en los que la esperanza es lo primero que se pierde. Su mundo giraba en torno a sonrisas y besos vendidos, se veía su hermosa cara en medio de esas mujeres ofreciendo menos que amor por algo de dinero, estaba ella ahí entre vestiditos de lentejuelas y ropas íntimas bri