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Si tan sólo pudieras leer.

No puedo perderte de manera tan ruin.


No he llegado hasta acá para ver como te vas con el enemigo, he librado mil guerras, he pasado por varios campos, he caminado de manera distinta sólo para llevar tu mano en la mía y ahora prefieres irte lejos, como si todo lo que he brindado por ganar no valiera de nada.


¿Sería justo acaso culparte? ¿Sería justo retenerte? ¿O sería más justo dejarte ir lejos? He luchado tanto por conquistar esa sonrisa que ahora sonríe tras alguien más… Como es posible que luego de tantas caídas me dejes a mi suerte, ¿no puedes ver que soy yo quien más te ama?

No me siento orgullosa de todas las batallas que he librado, ni siquiera estoy segura si las he ganado, pero no puedo perderme en lamer mis heridas, siempre las he hecho cicatrizar, siempre las he lucido arrogante, siempre me he pavoneado de llevarlas conmigo, unas más escondidas que otras, pero siempre han estado allí, victoriosas.



Alguna vez leí que el símbolo de un guerrero son sus cicatrices y por eso las llevo así, porque no quiero derrotarme, no puedo hacerlo, pero en este momento me siento tan derrotada que algunas veces quisiera irme lejos y olvidarme de esta guerra donde sé bien quien será el vencedor y esta será otra herida para cicatrizar, y será las más grande, la más hermosa, la más preciada.


No tengo alientos, todas mis armas se han desgastado, ya se ven viejas las pobres y por más que las brillo no sale ningún resplandor. Mis hombres se han rendido en el camino, no quisieron luchar por lo que llamaban “una causa perdida” ¿Esta es una guerra perdida? ¿Es una causa que no merece lucha? No, no y no, me lo repetiré una y otra vez, esta debe ser mi más grande lucha y mi única victoria, como quisiera ser tan simple de alma y corazón que no me importara ganarla, pero es inútil, no es posible dejar atrás tan preciada victoria. No es posible no pelear por algo que se ama tanto, es difícil olvidarse y rendirse, no me agrada rendirme, eso no le viene bien a mis cicatrices.


Y te veo tan lejos, cada vez caminas más lejos. Cada vez derramo más lágrimas esperando ganar. Cada vez ese día se ve más lejos y cada vez tu negativa más cerca.


Mi pequeño bebé no me dejes en el olvido, déjame lucharte mi precioso bebé, dame una luz de esperanza y no te rindas, pelea conmigo, únete a mí, déjame llevarte otra vez de la mano precioso bebé… Si tan sólo lograrás entender, si tan sólo pudieras leer.

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Brilha

Y la miraba callado como si algún día fuera a entender que el cuerpo de mujer que me envolvía no era realmente para mí. Enamorado así estaba yo, desde el día que la vi, desde que me miró y sentí el olor barato de algún frasco de plástico, porque para vidrio nunca le alcanzaba. En la oscuridad, así no mas estaba ella casi desnuda contoneándose y no para mí. En medio de luces de colores que no dejaban de admirarla, sí, tenía luz propia, pero nunca lo supo, sólo sabía que los ojos que la miraban en ese momento lo hacían ebrios pero deseosos. Curioso. Ese era el mundo de Brilha, “es portugués” me decía orgullosa, “significa brilla” Su verdadero nombre Soledad. Su profesión, Prostituta. Su origen, algún barrio de esos en los que la esperanza es lo primero que se pierde. Su mundo giraba en torno a sonrisas y besos vendidos, se veía su hermosa cara en medio de esas mujeres ofreciendo menos que amor por algo de dinero, estaba ella ahí entre vestiditos de lentejuelas y ropas íntimas bri