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Un Mundo

¡Uno! ¡Dos! ¡Tres!
Empieza a darme vueltas absurdas la cabeza.
Las palabras entran pero no son descifradas. Un enredo, una maraña de pensamientos atorados en mi garganta no me permiten modular y todo sigue dando vueltas a mí alrededor atándome a un mundo confuso del que siempre he querido escapar, no tengo manera de hacerlo y yo misma me amarro a un absurdo teatro de mascaras, de sentimientos sin fondo y latidos vacíos.
¡Uno! ¡Dos! ¡Tres! ¡Alto!
Respiro, cierro los ojos y escapo lentamente a la realidad en la que cada persona vive, millones de sub-mundos… en un mundo. Sencillo.

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Brilha

Y la miraba callado como si algún día fuera a entender que el cuerpo de mujer que me envolvía no era realmente para mí. Enamorado así estaba yo, desde el día que la vi, desde que me miró y sentí el olor barato de algún frasco de plástico, porque para vidrio nunca le alcanzaba. En la oscuridad, así no mas estaba ella casi desnuda contoneándose y no para mí. En medio de luces de colores que no dejaban de admirarla, sí, tenía luz propia, pero nunca lo supo, sólo sabía que los ojos que la miraban en ese momento lo hacían ebrios pero deseosos. Curioso. Ese era el mundo de Brilha, “es portugués” me decía orgullosa, “significa brilla” Su verdadero nombre Soledad. Su profesión, Prostituta. Su origen, algún barrio de esos en los que la esperanza es lo primero que se pierde. Su mundo giraba en torno a sonrisas y besos vendidos, se veía su hermosa cara en medio de esas mujeres ofreciendo menos que amor por algo de dinero, estaba ella ahí entre vestiditos de lentejuelas y ropas íntimas bri