Ir al contenido principal

La Teoría Física

Me pidió un cigarrillo y empezó a escupir todas las babosadas que dicen los hombres cuando en su pequeña imaginación pretenden cortejar al sexo opuesto. No era nada feo. Palabras más, palabras menos. Balbuceos de más, escupitajos menos, daba igual, seguían siendo babosadas. Te veo mal querido, te veo mal. No sabes yo que quiero, un porro caería bien para ver si de esa forma entiendo lo que tu pobre cabeza no ha podido organizar. Los nervios lo traicionaban. No sé cómo, pero resulte dándole mi teléfono, tal vez un escupitajo alcanzo a caerme. Esa noche mi celular sonó y resulte en un buen bar, con gente bien y él sentado frente a mí. No creía poder tolerarlo y menos besarlo en algún momento. La música estaba bien, las canciones de Pistolas y Rosas me llenaban los oídos, llegaba al lado oscuro de la luna y luego me encontraba con la dulce Jane. Ahora lo entendía, para él yo no era más que una niña diferente a la que podía cortejar, no más maquillajes ni rubios cabellos, ahí estaba yo con mis converse y mi desarreglo. La victima de turno, así me sentí, pero le seguí el juego y lo siguiente que recuerdo era estar revolcándome en el tapete de su apartamento, con el cerebro frito y las ganas entre el pantalón, no tenía nada mas puesto de todas maneras y a esa altura de la noche (¿o la madrugada?) poco o nada me interesaban las diferencias, eso pasa siempre, nunca se sabe cuándo, lo que tanto importaba, deja de ser importante. Toda la cuestión se basa en una simple unión de cuerpos, ya para qué pensar si yo era novedad o él era aburrido, es simple teoría “física”, simplemente es cuestión de estrellarse las maricas hormonas dejándole a uno puesto sólo el pantalón.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Brilha

Y la miraba callado como si algún día fuera a entender que el cuerpo de mujer que me envolvía no era realmente para mí. Enamorado así estaba yo, desde el día que la vi, desde que me miró y sentí el olor barato de algún frasco de plástico, porque para vidrio nunca le alcanzaba. En la oscuridad, así no mas estaba ella casi desnuda contoneándose y no para mí. En medio de luces de colores que no dejaban de admirarla, sí, tenía luz propia, pero nunca lo supo, sólo sabía que los ojos que la miraban en ese momento lo hacían ebrios pero deseosos. Curioso. Ese era el mundo de Brilha, “es portugués” me decía orgullosa, “significa brilla” Su verdadero nombre Soledad. Su profesión, Prostituta. Su origen, algún barrio de esos en los que la esperanza es lo primero que se pierde. Su mundo giraba en torno a sonrisas y besos vendidos, se veía su hermosa cara en medio de esas mujeres ofreciendo menos que amor por algo de dinero, estaba ella ahí entre vestiditos de lentejuelas y ropas íntimas bri