- Dame un abrazo… pero no me mires así, es sólo un abrazo.
- ¿Por qué un abrazo?
- Tengo frío… claro que eres un témpano de hielo, pero también el único ser humano que está más cerca.
- Tú no cambias mujer… y no hace frío.
Carajo, si hacía frío, los ventarrones eran helados y la noche traía aún más frío, pero ahí estaba él quieto, mirándome, hermoso como yo siempre lo había visto.
- no te veía hace mucho mujer
- es que no me había dejado ver
Lo quería… lo quiero y eso no cambia. Me deslumbra cada vez que lo veo, me encanta ese artista, me gusta su mirada y su voz, me encanta escucharlo. Me confunde, pero me hace feliz por minuto y medio.
Estábamos en un parque cualquiera, en una noche cualquiera de cualquier agosto. Con nosotros eso no importa, el tiempo y la distancia no existen. Empezamos a caminar, las hojas corrían con el viento.
- mira… las hojas huyen de nosotros
- sí, el alma las asusta, sobre todo la tuya- le dije
Me lo encontré en un ciudad cualquiera un noche como cualquiera, en el momento menos conveniente, desde ese ahí todos nuestros momentos fueron los menos acertados. Probé sus labios con sabor a poesía en un balcón. No somos para nosotros, no somos complemento, sólo una idealización de la perfección en dos elementos. Poco importante era lo que teníamos alrededor, cuando nos encontramos el mundo deja de existir y el universo deja de palpitar un segundo
- te cojió la noche mujer, ya debes irte
- lo que pasa es que me tienes miedo, sabes que siempre que nos coge la noche resultas cayendo a mis labios en picada… no temas hacerlo.
Y una vez más, como ya era costumbre de pocas noches de estos 2.190 días que llevo de conocerlo terminé en sus labios rozándolos despacito y con suavidad, llenándome de su lengua, sabiendo que me alejaría sin tenerlo con una ilusión en la mano, la misma que él se llevaría y que jamás jamás habrá de cumplirse…
- adiós.
- adiós MUJER
- ¿Por qué un abrazo?
- Tengo frío… claro que eres un témpano de hielo, pero también el único ser humano que está más cerca.
- Tú no cambias mujer… y no hace frío.
Carajo, si hacía frío, los ventarrones eran helados y la noche traía aún más frío, pero ahí estaba él quieto, mirándome, hermoso como yo siempre lo había visto.
- no te veía hace mucho mujer
- es que no me había dejado ver
Lo quería… lo quiero y eso no cambia. Me deslumbra cada vez que lo veo, me encanta ese artista, me gusta su mirada y su voz, me encanta escucharlo. Me confunde, pero me hace feliz por minuto y medio.
Estábamos en un parque cualquiera, en una noche cualquiera de cualquier agosto. Con nosotros eso no importa, el tiempo y la distancia no existen. Empezamos a caminar, las hojas corrían con el viento.
- mira… las hojas huyen de nosotros
- sí, el alma las asusta, sobre todo la tuya- le dije
Me lo encontré en un ciudad cualquiera un noche como cualquiera, en el momento menos conveniente, desde ese ahí todos nuestros momentos fueron los menos acertados. Probé sus labios con sabor a poesía en un balcón. No somos para nosotros, no somos complemento, sólo una idealización de la perfección en dos elementos. Poco importante era lo que teníamos alrededor, cuando nos encontramos el mundo deja de existir y el universo deja de palpitar un segundo
- te cojió la noche mujer, ya debes irte
- lo que pasa es que me tienes miedo, sabes que siempre que nos coge la noche resultas cayendo a mis labios en picada… no temas hacerlo.
Y una vez más, como ya era costumbre de pocas noches de estos 2.190 días que llevo de conocerlo terminé en sus labios rozándolos despacito y con suavidad, llenándome de su lengua, sabiendo que me alejaría sin tenerlo con una ilusión en la mano, la misma que él se llevaría y que jamás jamás habrá de cumplirse…
- adiós.
- adiós MUJER
Comentarios
Qué buen pietaje para arrancar mil historias. Hoy comienzo con algunas.