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¿Actuar o pensar?


Hoy no tengo ganas de pensar. Veo como pasa la gente por la ciudad desde una ventana que señala al cielo, como si allí fuéramos a buscar alguna salvación.
Se encuentra la señora del frente con el jovencito que muy bien le lidia sus deseosos achaques de su no tan avanzada edad. En el Transmilenio la gente se empuja por entrar y terminan escupiéndose hacia el vehículo que casi le arranca el morral a más de uno. Los carros pasan sin dejar marca alguna ¿le pasará eso a quienes van en su interior?
Hoy no tengo ganas de pensar, insisto, lo cual es malo, pues mi labor es pensar. Aunque no tengo la intención de hacerlo, quisiera perderme detrás de algún muro para no dejarme ver de nadie y respirar lo bonito de la tranquilidad.
Pero no tengo ganas de pensar, ni en mí ni en nada. No quiero leer los periódicos y las opiniones que tanto me gustan, no quiero saturarme con la actualidad de mi país, con su gobierno y oposición, con sus trampas y mentiras; no quise mirar lo que me alimenta creativamente y tampoco esperaba encontrarme desocupada hoy pero con afán en la noche, como siempre; no consulté a Vladdo ni a Patton, ni siquiera esperaba ponerme a escribir esto, sencillamente no quiero pensar en lo que se vendrá la otra semana, en nuevas cosas para ajustar y crear, eso lo dejo para mañana, para el martes o para el viernes de la otra semana, pero no hoy.
Hoy quiero actuar, quiero sonreír por el bonito árbol lleno de flores rosadas que está en la dirección contraria que señala la flecha, quiero reírme por mi abrigo amarillo llamativo y decirme que soy una señal, quiero regar una gran energía a quien está a mi alrededor y sonreír sólo porque sí, sin más razón que sonreír porque me gusta hacerlo. Hoy quiero seguir cantando a todo grito mi canción favorita de Queen.
Hoy quiero actuar, quiero salir y tomar el sol, no sólo contemplarlo sino sentirlo realmente como se debe, quiero caminar sin contar los minutos ni los pasos, sino sentir que voy caminando con tranquilidad, que el camino que se abre ante mi no tiene una meta definida, sólo es un camino.
Hoy quiero actuar, no quiero sólo pensar, sino llegar más allá… actuaré hoy y luego pensaré… Después de todo, ¿para qué pensamos tanto si nunca ejecutamos lo que fabricamos en nuestra mente?

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Y la miraba callado como si algún día fuera a entender que el cuerpo de mujer que me envolvía no era realmente para mí. Enamorado así estaba yo, desde el día que la vi, desde que me miró y sentí el olor barato de algún frasco de plástico, porque para vidrio nunca le alcanzaba. En la oscuridad, así no mas estaba ella casi desnuda contoneándose y no para mí. En medio de luces de colores que no dejaban de admirarla, sí, tenía luz propia, pero nunca lo supo, sólo sabía que los ojos que la miraban en ese momento lo hacían ebrios pero deseosos. Curioso. Ese era el mundo de Brilha, “es portugués” me decía orgullosa, “significa brilla” Su verdadero nombre Soledad. Su profesión, Prostituta. Su origen, algún barrio de esos en los que la esperanza es lo primero que se pierde. Su mundo giraba en torno a sonrisas y besos vendidos, se veía su hermosa cara en medio de esas mujeres ofreciendo menos que amor por algo de dinero, estaba ella ahí entre vestiditos de lentejuelas y ropas íntimas bri