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Oscuro amanecer

Una noche más en que el alcohol y la droga hacen su brillante aparición. Cuando yo menos los necesito los hilos de líquido recorren mi garganta y montañitas blancas me hacen sentir bien. Que inapropiado es que una señorita puestecita, con carita buena se lance a los vacíos de las noches de Rock and Roll. Mil imágenes se pasan por mi cabeza, todo corre rápidamente en mi interior, la noche se vuelve de neon, las lucecitas brillantes del cielo son insulsas al lado del relampagueante destello sobre mi cabeza. La gente se vuelve intermitente, todos son robots sonrientes, mascaras bacanales me asustan y termino en un rincón sedienta con un sabor amargo en la boca. Sonrío como un zombi, me convierto en ese ser nocturno que siempre he odiado, en ese ente sin sentimientos reales, sólo sentimientos llenos de químicos, son esos lo que me dilatan las pupilas. Y disfruto estar así, ya no me arrepiento, nada de lo que satura mi cabeza me genera cargos de conciencia. Solo recuerdo las imágenes recostada mientras escucho pajaritos cantarle a la mañana. ¿Qué en este mundo está bien?, ¿Cómo no irme al infierno? Si el purgatorio se encuentra en esos andenes grises, como las ojeras que este día me acompañan.

Escrito en septiembre del 2008

Comentarios

Anónimo dijo…
Buen relato, me agrada tu forma de contar las cosas
Unknown dijo…
el oscuro amanecer que ya nunca veremos, porque ahora si tenemos uno presente y futuro verdadero y brillante sin quimicos y sin esas montañitas blancas.

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Brilha

Y la miraba callado como si algún día fuera a entender que el cuerpo de mujer que me envolvía no era realmente para mí. Enamorado así estaba yo, desde el día que la vi, desde que me miró y sentí el olor barato de algún frasco de plástico, porque para vidrio nunca le alcanzaba. En la oscuridad, así no mas estaba ella casi desnuda contoneándose y no para mí. En medio de luces de colores que no dejaban de admirarla, sí, tenía luz propia, pero nunca lo supo, sólo sabía que los ojos que la miraban en ese momento lo hacían ebrios pero deseosos. Curioso. Ese era el mundo de Brilha, “es portugués” me decía orgullosa, “significa brilla” Su verdadero nombre Soledad. Su profesión, Prostituta. Su origen, algún barrio de esos en los que la esperanza es lo primero que se pierde. Su mundo giraba en torno a sonrisas y besos vendidos, se veía su hermosa cara en medio de esas mujeres ofreciendo menos que amor por algo de dinero, estaba ella ahí entre vestiditos de lentejuelas y ropas íntimas bri