Ir al contenido principal

El Juicio, Parte 2: La Defensa

En este momento la soledad me tiene agobiada, hace mucho no escribía como le he escrito a usted y yo que pensaba que eso no volvería a suceder, disculpe usted mi interés pero no sólo lo aprecio como hombre también como amigo y la distancia que ha creado entre usted y yo es lo que repercute en mi corazón dejado en los brazos del olvido, nunca supe conocerlo y nunca supe llegar a su corazón, en este momento lo imagino demasiado ocupado para pensarme y si estoy equivocada, discúlpeme nuevamente, la melancolía y el pesimismo me hacen pensar esas cosas… lo que dije alguna vez es cierto, mi esperanza no es esperarlo es verlo bien y tranquilo, no se sienta mal por sus sentimientos “confundidos”, aunque nunca lo dije, yo sabía lo que pasaba en su corazón porque en un mínimo instante también me sentí confundida e intranquila por dos hermosas personas cruzadas en mi camino al mismo tiempo. Me siento culpable de no dejarlo ir, de tenerlo atado a mi alma y creo que eso es lo que más le afecta señor mio, pero nunca imaginé que las conversaciones eternas se convertirían en un efímero momento de adioses y excusas que nunca le he pedido… escucho música que me recuerda a usted, a su presencia, pero no interesa ya no necesito recordarlo, ahora necesito crear nuevos recuerdos con usted, como hombre o como amigo eso no es relevante… entiéndalo sólo de esta forma: se convirtió en una persona importante para mí en este momento revuelto de mi corazón, donde no sé qué me hace falta, si yo nunca me había quejado de mi soledad pero ahora la soledad me tomó secuestrada y aunque no deberia decirlo en parte es su culpa, no necesito de lunas ni fantasías, necesito de usted como mi amigo en este momento en que lo único que quiero es un abrazo y a esa persona lejana que me escuchaba y que nadie podrá reemplazar…
Sé que es mi culpa que todo haya sido rápido y fugaz (aunque, admitalo, bastante atrayente). No me declaro culpable de no haberle creado mundos perfectos donde no los hay, de no regalarle la luna ya que no es mía, de no decir palabras que al fin al cabo son balbuceos de almas soñadoras poco realistas; me declaro culpable de ofrecerle realidad, me declaro culpable de ofrecerle momentos en el aquí y en el ahora, me declaro culpable de un sandwich amorfo, y de una recopilación de música para alegrar sus noches en vela, me declaro culpable de intentar ser su amiga antes que cualquier otra cosa y me declaro culpable tambien de querer escuchar todo lo que quiera decir sin ánimo de juzgarlo sólo de aconsejarle, me declaro culpable de una fusión de cuerpos un viernes en la noche, me declaro culpable de horarios extendidos a riesgo de varios regaños para compartirlos con usted, me declaro culpable de una invitación a tomarse un café conmigo (la cual aún no se ha realizado), me declaro culpable de un “cake” para celebrar su cumpleaños y ese mismo día tomarnos una cervezitas, como ve me declaro culpable de esa realidad, mi realidad así a usted aquella no le guste… de todo eso señor mio me declaro culpable y aún estoy esperando mi sentencia. Quisiera decirle que voy a seguir ofreciendo más de esto, pero no estoy segura de hacerlo dada la situación en la que se encuentra… pero puedo seguir ofreciéndole mi más sincera amistad, escucharle cuando lo necesite o cuando quiera y cuando no quiera también, ahí voy a estar para hablar de las recónditas profundidades de su alma o simplemente para hablar del tema que la noche nos vaya dando.
Creo que mis palabras se han extendido bastante asi que por ahora dejaré esto acá y más tarde hablaré con usted y luego podrá leer esto y decir todo o nada… no interesa señor mio.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Brilha

Y la miraba callado como si algún día fuera a entender que el cuerpo de mujer que me envolvía no era realmente para mí. Enamorado así estaba yo, desde el día que la vi, desde que me miró y sentí el olor barato de algún frasco de plástico, porque para vidrio nunca le alcanzaba. En la oscuridad, así no mas estaba ella casi desnuda contoneándose y no para mí. En medio de luces de colores que no dejaban de admirarla, sí, tenía luz propia, pero nunca lo supo, sólo sabía que los ojos que la miraban en ese momento lo hacían ebrios pero deseosos. Curioso. Ese era el mundo de Brilha, “es portugués” me decía orgullosa, “significa brilla” Su verdadero nombre Soledad. Su profesión, Prostituta. Su origen, algún barrio de esos en los que la esperanza es lo primero que se pierde. Su mundo giraba en torno a sonrisas y besos vendidos, se veía su hermosa cara en medio de esas mujeres ofreciendo menos que amor por algo de dinero, estaba ella ahí entre vestiditos de lentejuelas y ropas íntimas bri