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FUERZA

El miedo me inundó… no sabía si era lo correcto o no…
 
Estaba ahí paralizada, no sabía si llorar o reír. O qué hacer… conocía el proceso, había leído el procedimiento mil veces y cualquier tipo de información que me sirviera para enfrentarme con valentía a lo que me esperaba… pero no, la valentía repentinamente se había quedado en la puerta petrificada de miedo…
 
Y yo seguía sin saber… “No, yo no puedo…” eso fue lo que pensé
 
Y en ese momento me di cuenta de todo lo que se venía encima mío… pánico escénico “no, pues” pensé “lo que me faltaba”.
 
Entonces lo decidí.
 
El miedo y el pánico escénico pueden retirarse por la puerta de atrás… y entre dolor de espalda, abdomen y todo lo que me estaba doliendo; en medio de bisturís, anestesia que no servía y 10 mujeres en la sala animándome, te moviste, te empujaste y ahí te empuje yo, te ayudabas a salir y yo te ayudaba con la poca fuerza que me quedaba… y calientito, calientito te pusieron sobre mí.
 
No podía creerlo, no lloré, por qué hacerlo si me brindaste tu apoyo cuando con tu mano izquierda, la del corazón, me tomaste un dedo fuertemente, te impusiste como siempre lo haces…
 
Completito y rosadito, así quería verte…
 
Entonces lo entendí… El miedo es natural, es una reacción natural del ser humano. Me encontré en lo más difícil de la vida, pero supe que por tí y a partir de ese momento podría superar cualquier miedo, cualquier obstáculo… sólo por tí.
 
Que ahora somos un equipo, somos sólo nosotros y por eso nos damos fortaleza, tú me empujas y yo te empujo a tí.
 
No eres perfecto ni lo soy yo… pero eres lo que siempre soñé tener a mi lado, la fuerza que jamás imaginé tener.

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Y la miraba callado como si algún día fuera a entender que el cuerpo de mujer que me envolvía no era realmente para mí. Enamorado así estaba yo, desde el día que la vi, desde que me miró y sentí el olor barato de algún frasco de plástico, porque para vidrio nunca le alcanzaba. En la oscuridad, así no mas estaba ella casi desnuda contoneándose y no para mí. En medio de luces de colores que no dejaban de admirarla, sí, tenía luz propia, pero nunca lo supo, sólo sabía que los ojos que la miraban en ese momento lo hacían ebrios pero deseosos. Curioso. Ese era el mundo de Brilha, “es portugués” me decía orgullosa, “significa brilla” Su verdadero nombre Soledad. Su profesión, Prostituta. Su origen, algún barrio de esos en los que la esperanza es lo primero que se pierde. Su mundo giraba en torno a sonrisas y besos vendidos, se veía su hermosa cara en medio de esas mujeres ofreciendo menos que amor por algo de dinero, estaba ella ahí entre vestiditos de lentejuelas y ropas íntimas bri