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POR EL PAN

Levántate de la cama y lávate la cara, despereza tu alma más que de costumbre. 
Solo hazlo, créeme.
Hombre de claros y oscuros pesares.
Mírate las piernas, pásales un paño de agua tibia para calmar los espasmos.
Lávate los pies que aún te faltan muchos caminos por recorrer y las piedras te hacen sangrar.
Ponte el pantaloncito de dril, ése que ya no te gusta pero con el que te conformas.
Mírate.
Hombre moreno de grandes ojos.

Lávate los brazos, que de tanto alzar el pasado los tienes negros de dolor.
Lávate las manos, que has lastimado.
Estás listo para salir.
Fúmate un cigarrillo.
Toma tu herramienta y sal a dejar almas en pena para ganarte el pan del día.

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Brilha

Y la miraba callado como si algún día fuera a entender que el cuerpo de mujer que me envolvía no era realmente para mí. Enamorado así estaba yo, desde el día que la vi, desde que me miró y sentí el olor barato de algún frasco de plástico, porque para vidrio nunca le alcanzaba. En la oscuridad, así no mas estaba ella casi desnuda contoneándose y no para mí. En medio de luces de colores que no dejaban de admirarla, sí, tenía luz propia, pero nunca lo supo, sólo sabía que los ojos que la miraban en ese momento lo hacían ebrios pero deseosos. Curioso. Ese era el mundo de Brilha, “es portugués” me decía orgullosa, “significa brilla” Su verdadero nombre Soledad. Su profesión, Prostituta. Su origen, algún barrio de esos en los que la esperanza es lo primero que se pierde. Su mundo giraba en torno a sonrisas y besos vendidos, se veía su hermosa cara en medio de esas mujeres ofreciendo menos que amor por algo de dinero, estaba ella ahí entre vestiditos de lentejuelas y ropas íntimas bri